Tengo doscientos mil veinticuatro defectos, sí. Soy tonta,
caprichosa, desordenada, incapaz de quedarme callada dos minutos, nunca estoy
quieta y no tengo el mejor cuerpo. A veces me vuelvo loca y me pongo celosa,
muy celosa, tanto que cuando veo a alguna que se te acerca, me encantaría ir
corriendo y estirarle de los pelos, aunque sepa que sólo es tu amiga. Siempre
perdono, tengo a las mejores personas a mi lado, y cuando quiero a alguien, le
quiero de verdad, con el corazón. Consigo fuerzas de donde no las hay, hago
reír a la gente con mil tonterías y me comporto como una niña para que vean que
todavía tengo algo inmaduro dentro de mi. Soy el pañuelo de lágrimas de
aquellos que se derrumban, me hago la sorda solo para no oír lo que no quiero
escuchar y la ciega para no ver lo que verdaderamente me duele.
He conocido al
primer amor y tambien el desamor. Soy de aquellas que sabe dejar mal a la
primera de cambio, me gusta andar en calcetines, y alguna vez fui de aquellas
que se arreglaban a más no poder para ir a tirar la basura. No soy lo que
parezco, puedo sonreír y estar muriéndome por dentro y nadie se dará cuenta.
Puedo estar en Marte y en Júpiter a la vez y los de afuera seguirán pensando
que no me he movido. Soy de las que sale bailando empapada de la ducha, de las
que cuando tienen un día estresado lo pagan con el que no debe, de las que se
quedan hasta las tantas para hablar con él, de las que llegan media hora tarde
y sonríen mientras piden perdón y de las que hacen la maleta cinco minutos
antes de salir de viaje.
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